Don Antonio-
HACIA DELANTE -Jaime Francisco Arimany Ruiz
Prensa Libre / Guatemala 4 de octubre del 2008
A mediados de los años 1950 fui con unos amigos a visitar la casa de unos sacerdotes pertenecientes al Opus Dei, ubicada en la 10ª calle, lado sur, entre 2a. y 3a. avenidas de la zona 10. Allí se reunían y estudiaban jóvenes de diferentes colegios. Al graduarnos, gran cantidad de compañeros optó por dedicar su vida a Dios, en el Opus Dei.
El 22 de julio de 1953 llegaron a Guatemala dos jóvenes sacerdotes, José María Báscones (Castorazo) y el Vicario Regional José Antonio Rodríguez Pedrazuela. En sus bolsillos tenían un capital de Q15; en su alma, una riqueza de fe enorme.
Pero ¿cómo lograron tener una casa grande y ganarse el cariño de tantos jóvenes en tan solo cinco años y tres meses?
Pasaron los años, a mis amigos del Opus los veía de vez en cuando, pero hace 28 años me entrevisté con un querido compañero, el Ing. Antonio Marroquín (Tony) y le solicité que recibieran a mi hijo mayor en la casa de colonia Alemania, pues quería que estudiara allá, para que mejorara su dominio del idioma alemán. Lo recibieron, y mi amistad con Tony se estrechó, acercándome a la institución. Fue mi consejero en esa época el sacerdote Julio Ortiz, quien me dio confianza y fe para solucionar problemas como el que tuve al cambiar el mercado de la industria del papel que administraba, a mediados de los años 1990.
No recuerdo cómo, pero a finales del milenio empezó la amistad con don Antonio. Él atraía con su alegre recibimiento, acompañado de Ay, Jaimito, ¿cómo estás? Su mirada profunda, su ingenio, sus consejos y el amor que transmitía hacían amenas las horas de conversación.
Me invitó a participar en las juntas semanales de los amigos de la Universidad del Istmo. Asistí durante más de un año. Allí pude observar que la participación discreta, pero clara y oportuna, sin quitar el protagonismo a los participantes o a quien dirigía al grupo, lo convertía en su indiscutible líder.
Monseñor, don Antonio, me contó que cuando vinieron a Guatemala los apoyaron varias familias, gracias a lo cual lograron obtener los objetivos que traían. Don Antonio fue Vicario de la Región hasta 1995. Falleció hace dos semanas, a la edad de 83 años. Deja tras de sí 17 colegios en Centroamérica y una Universidad en Guatemala. Vendrán más colegios y universidades, pero la labor que no se ve, el encuentro de la fe y el amor a Cristo por miles de personas, que se proyectan de diferentes maneras en nuestras sociedades centroamericanas, es aún mayor, pues no es material destructible, sino espiritual, y por lo tanto, eterno.
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