sábado, 4 de octubre de 2008

Santa Misa por los nueve días de la partida al Cielo de d. Antonio



El día viernes 3 de octubre, en el Oratorio de Nuestra Señora de la Paz en la Ciudad de Guatemala, el Vicario del Opus Dei en Centroamérica Norte, Monseñor Francis Wurmser, junto a los presbíteros Julio Ortiz y Ricardo Acosta, concelebraron la Santa Misa en memoria de don Antonio Rodríguez, con la presencia de muchos miembros de la Obra, cooperadores y amigos.

En la foto aparece don Antonio con d. Francis Wurmser.

Aclarando que sin tratarse de una transcripción textual de lo que se dijo, a continuación trataré de mencionar algunos conceptos expresados por Don Francis. L

Comentó que Nuestro Señor les había ido preparando para esta dolorosa separación pero que al final, el dolor -que es una manifestación del Amor a Dios- fue grande. Que el corazón de don Antonio había crecido, se había expandido cada días más y que todo ese cariño que desbordaba era el resultado de una vida interior muy rica, producto del cumplimiento esmerado de sus normas de piedad. Dijo que el último día en la tierra, al regresar del hospital, el director del centro le había ofrecido acompañarle en el cumplimiento de alguna norma, sin embargo don Antonio le contestó que ya las había hecho todas, pero que de todos modos le leyera algún texto espiritual.



Asimismo d. Francis comentó respecto a la alegría perenne de d. Antonio, lo cual no significa que no tuviera momentos duros. Mencionó que su excelencia el Cardenal de Guatemala, Monseñor Quezada Toruño había dicho que desde sus años en el seminario, hace mas de 50 años no había visto nunca triste a don Antonio.



Leyó una carta del Prelado de la Obra, Monseñor Javier Echevarría, mostrando su dolor por la macha al Cielo de don Antonio, pero al mismo tiempo la dicha de saber que se adelantaba a la celebración del 80 aniversario de la fundación del Opus Dei, al ser recibido por San Josemaría, don Álvaro del Portillo (sucesor del Santo) y por muchas y muchos que le han precedido.



Don Francis, también comentó el afán apostólico y proselitista de don Antonio , que había crecido mucho mas en sus últimos años, y que pedirle encomendar por esto temas, se le “encendían” los ojos y la sonrisa.



Al final Mons. Wurmser hizo mención a la virtud de la fidelidad y la manera heroica que la había vivido don Antonio y cómo haber respondido positivamente día a día era en buena medida la condición para el crecimiento de la labor en y desde Centroamérica.

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